
En 1999, los entonces presidentes de Colombia y Estados Unidos, Andrés Pastrana (1998-2002) y William Clinton (1993-2001), respectivamente, acordaron poner en práctica el Plan Colombia. Éste consistía en ayuda económica adicional de la Unión Americana al país sudamericano por varios miles de millones de dólares y asistencia militar especial.
La necesidad de “hacer algo” resultaba entonces evidente, pues Colombia seguía siendo el gran proveedor de drogas para el mercado estadounidense, pero además la producción de narcóticos se encontraba en gran medida controlada por las subversivas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Se había producido la mezcla altamente explosiva de terrorismo y narcotráfico.
Ni Pastrana ni Clinton eran singularmente aprensivos sobre el terrorismo, pero algo hicieron.
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